A la vuelta de Drammen, la Escuela me propuso hacer unas segundas prácticas ya una vez titulada y evidentemente dije que si. Estuve barajando varios países y al final terminé yendo al que meses atrás me había enamorado, Noruega again. En esta ocasión la experiencia duraría cinco meses y el trabajo era en el hotel Alexandra, cuatro estrellas lujo, situado al pie de un fiordo.
Después de cuatro horas y media de vuelo hasta Oslo, otras dos horas y media de vuelo hasta Volda y por último casi dos horas en taxi hasta Loen, todo un periplo, anécdotas y experiencias desesperantes, llegué al hotel donde me encontré con mi jefe de cocina español, Javier. Fuimos a ver la cocina e instalaciones del hotel y me acompañó a mi casa. Una casita encantadora pero con difícil acceso de subida y bajada ya que se encontraba en la ladera de la montaña del fiordo, desde la cual había unas vistas espectaculares.
Comencé a trabajar el lunes, me dejaron el fin de semana para acomodarme, y cuando vi la inmensa cocina, departamentos, congeladores, cámaras, personal… que no tenía nada que ver con mis anteriores prácticas, me sentí como un “elefante en una cacharrería”. Todos mis sentidos se activaron y con ayuda de un bolígrafo y una libreta, iba apuntando todo lo que veía y me decían. A pesar de la inmensidad del lugar y el trasiego, solo se podía escuchar el pitido avisador del horno, la puerta de una cámara cerrada a golpe de pie y el chisporroteo de un producto en las planchas, poco más.
Las horas se hacían interminables, no había mucha comunicación entre empleados, cada uno a su tarea. El restaurante del hotel era buffet, un buffet impresionante con una variedad y calidad de productos excepcionales.
Loen es una aldea preciosa con unos paisajes idílicos que se encuentra a media hora de uno de los glaciares más grandes de Europa. Sólo hay una tienda de ropa deportiva y un supermercado, cero estrés. En el tiempo que estuve allí, tan solo pude ver el sol dos días pero si algo me gusta después de cocinar, es el frío, la nieve, la lluvia y una nube oscura, aunque soy del sur…
…Pero en Febrero, yo llegué a Loen en Enero, empezaron los comentarios sobre un virus mundial que había entrado con fuerza en algunos países. Allí no éramos muy conscientes de la magnitud de este virus. Tenía algunas noticias por mi familia ya que internet era algo escaso por la zona. Recuerdo perfectamente el día que le dije a una compañera: “en España hay 300 casos de Covid” y seguíamos trabajando, hasta que un buen día me avisaron que teníamos un meeting y debía asistir. Nos informaron de la situación. Hablé con el responsable de cocina y me dijo que yo podía continuar allí, al día siguiente, otro meeting, este ya fue definitivo, se cerraba el hotel y todo esto antes de decretar el estado de alarma en España. Me vi en una encrucijada, no tenía claro cómo actuar. Hablé con mi familia, hablé con la Escuela y al final decidí volver a España. De un día para otro saqué el billete. El sábado 14 de Marzo salí de Loen a las diez de la noche, siete horas de autobús hasta llegar a Oslo, vuelo cuatro horas y media a Málaga, hay que contar los retrasos debidos a la situación, total que después de veinte horas de viaje, ¡llegué a mi casa!
Vivir en Loen, ha sido la mayor aventura de mi vida.
Silvia Huete. Prácticas post-graduación Cocina y Gastronomía 2020.